Este agosto he empezado con una nueva clienta de Coaching Ejecutivo.

Es la propietaria y gerente de un agente financiero de una entidad bancaria.

El trabajo que hacemos está relacionado con la frustración que tiene por la actitud de su equipo.

La cuestión es que la “actitud” buena o mala depende de cada persona, y de sus circunstancias (diría yo).

Ahora bien, en la empresa tener actitud, “buena intención” o no tenerla, no es algo de libre elección.

Lo siento, pero no.

Y no, no se trata de sufrir.

Se trata de trabajar, hacer lo que se tiene que hacer, y producir lo que se tiene que producir para que ni la empresa ni nosotros nos quedemos sin trabajo.

Por desgracia me encuentro con más frecuencia de lo deseado gerentes, directivos y mandos intermedios que “sufren” porque su gente no está motivada.

Me dicen cosas como:

• Mi equipo va a lo mínimo.
• Si no estoy detrás de ellos todo el día no hacen nada.
• No tienen iniciativa …

Un panorama que hace que muchos profesionales se vengan abajo porque su equipo no responde.

Y lo peor es que algunos casos me dicen que no encuentran “gente mejor” o que es muy difícil.

¿Qué puedes hacer para que tu equipo tenga mejor actitud?

Estas tres preguntas te ayudarán:

¿Cómo puedo ayudarte?

¿Qué necesitas para hacer mejor tu trabajo?

¿Tienes claro lo que hay que hacer?

A veces creemos que la gente tiene claro lo que tiene que hacer, como lo tiene que hacer, cuando y como.

No lo des por supuesto.

Bájate al charco, siéntate con tu gente.

Escucha con la intención de escuchar. ¡De verdad!

Y por último no trates de justificar o ser permisivo con los errores de otros por aquello de “lo ha hecho sin mala intención”.

Frente a esto último, formación, supervisión y feedback de lo que está haciendo.

La mejora es infinita.

Por mínimo que se pueda cambiar se puede corregir el rumbo de una situación.