El trabajo con las emociones y la inteligencia emocional.

El trabajo con las emociones cuesta, por ello nos resistimos a enfrentarnos a tratar con ellas. Y terminamos tratando con los resultados de las mismas.

Por ejemplo, cuando nos duele mucho la cabeza y, esto se debe al estrés, tratamos el dolor de cabeza tomando pastillas para el dolor, olvidando qué es realmente lo que lo provoca. Quizás no sabemos decir que no a las excesivas demandas que nos acechan en nuestra día a día, tanto en el trabajo como en la vida personal.

Pasa igual que con una planta, en el que las raíces son las emociones y como resultados el tallo y las hojas (los dolores de cabeza). Si cortamos el tallo, las raíces (quienes provocan el problema) continúan estando y como consecuencia, los problemas vuelven a aparecer, en cambio, si cortamos de raíz (la emoción), no deberemos preocuparnos por las consecuencias de esta (dolor de cabeza).

Tratar las emociones a un nivel profundo no es tarea fácil, porque nos habituamos a ello. El trabajo con la inteligencia emocional tiene que ver con esa indagación que hacemos para ver que hay en las «raíces de nuestra vida» que nos provoca esas emociones. Y mirarse «las tripas» da miedo, a veces lo que encontramos no nos gusta.

Una de las primeras cosas que tenemos que hacer en el trabajo con las emociones es encontrar cuál es la emoción que necesito trabajar (estrés, miedo, ira…), no es algo tan difícil, tan solo se trata de descubrir que emoción me produce resultados que no quiero o no me gustan, después buscar qué, o quién me provoca estas emociones. A veces se trata solamente de nuestra actitud y otras, en cambio, se debe a algún factor externo.

Si se debe a nuestra actitud, deberíamos trabajar con ella antes de empezar a tratar con las emociones. Por ejemplo, puede ser la emoción del miedo la que deseo trabajar, miedo al fracaso, y esta puede deberse a que mi actitud es pensar que yo no soy capaz de lograr nada. Mi actitud en este caso está alimentando mi sentimiento de miedo

Si se trata de un factor externo, hay dos posibilidades, que yo pueda hacer algo por cambiarlo o que no esté en mis manos. Un factor externo, como pueden ser demasiados exámenes en una semana, no está en tus manos cambiarlo, aun así volveríamos a tratar con la actitud, cual es mi actitud frente a mi problema externo y que no puedo evitar.

 Siembra un pensamiento …

 Saludos

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