Ser un jefe amable y comprensivo no significa que uno sea débil.

En el mundo empresarial actual (sigue vigente), una de las concepciones erróneas más comunes, la asociación de la amabilidad y la comprensión con la debilidad.

Sin embargo, estas cualidades son signos de una gestión efectiva y de una inteligencia emocional bien desarrollada.

Primero, ser amable no significa evitar confrontaciones o no corregir errores.

Significa abordar las situaciones con empatía, respeto y asertividad.

Un jefe amable puede establecer límites claros y hacerse respetar sin recurrir a la intimidación o al autoritarismo.

En segundo lugar, la comprensión es una herramienta poderosa para gestionar conflictos, mejorar la comunicación y fomentar la colaboración en el equipo.

Un líder comprensivo es alguien que se esfuerza por entender las perspectivas de sus empleados.

Esto, no solo aumenta el compromiso del equipo, sino que también promueve un ambiente laboral más saludable y productivo.

Por último, es fundamental recordar que detrás de cada empleado hay una persona con emociones, aspiraciones y desafíos.

Al reconocer y valorar esta dimensión humana, los líderes no solo refuerzan la lealtad y la dedicación de su equipo.

Además también potencian la innovación y la creatividad.

Si sólo pudiera darte un consejo sería que:

“No midas tu fortaleza por la dureza con la que tratas a los demás, sino por la capacidad de tratar a todos con dignidad y empatía, sin perder de vista los objetivos de tu organización”.

José Miguel Gil Coto

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Pd: las cosas están cambiando (poco a poco) pero aún quedo mucho por hacer para entender que ser duro no es sinónimo ni de ser mejor jefe, ni de ser más eficiente o productivo.

Si decides dar el paso para transformar tu vida estoy a tu disposición.